¿Quién Manda Realmente? El Poder de los Estados Frente a Washington D.C.
Cuando pensamos en leyes y gobierno, lo primero que suele venirnos a la mente es la Casa Blanca o el Capitolio en Washington. Pero la verdad es que la vida diaria de la mayoría de la gente en Estados Unidos está mucho más influenciada por lo que sucede en su capital estatal —sea Sacramento, Austin, Tallahassee o Albany— que por las decisiones de los legisladores federales.
Esta división no es casualidad; es la base misma del diseño de la Constitución de EE. UU., resguardada por la Décima Enmienda.
Qué Dicen las Leyes: Poderes Federales y Estatales
La Décima Enmienda es corta, pero tiene un impacto enorme. Su idea principal es que cualquier poder que la Constitución no le dé explícitamente al gobierno federal, se lo quedan los estados o la gente.
Para verlo claro, imagínate la estructura del gobierno como una lista de responsabilidades. La Constitución le asigna al gobierno federal (al Congreso) una serie de tareas específicas, que llamamos “poderes enumerados”. Entre ellas están:
* Imprimir dinero.
* Declarar la guerra.
* Manejar las relaciones con otros países.
* Regular el comercio entre los estados.
Si una tarea no está en esa lista, Washington D.C. no tiene autoridad sobre ella. Esa responsabilidad pasa automáticamente a los estados. A estos los llamamos “poderes reservados”.
Tu Día a Día lo Deciden los Estados
La razón por la que las leyes pueden ser tan distintas al cruzar una frontera estatal se debe precisamente a este sistema de federalismo. Los estados poseen lo que se conoce como “poder de policía”, que va más allá de los agentes de uniforme. Se trata de la facultad de regular la salud, la seguridad, la moral y el bienestar de sus residentes.
Aquí te mostramos cómo tu estado controla aspectos importantes de tu vida:
Educación y Escuelas
El gobierno federal puede ofrecer algo de dinero o sugerencias, pero no controla tu distrito escolar. Las decisiones sobre qué se enseña, los requisitos para graduarse, la contratación de maestros y, sobre todo, cómo se financian las escuelas (casi siempre con impuestos a la propiedad), son responsabilidad estatal y local.
Licencias Profesionales y Personales
Washington no decide quién puede manejar un coche, cortar el pelo, vender casas o ejercer la medicina. Todas las licencias, desde la de conducir hasta la de abogado (el “Bar exam”), las regulan los estados individualmente. Por eso, un abogado de Nueva York no puede simplemente mudarse y empezar a ejercer en California sin obtener una nueva licencia.
Derecho de Familia
Las leyes sobre quién puede casarse, cómo se tramita un divorcio o los procesos de adopción varían según el código civil de cada estado. Aunque la Corte Suprema puede intervenir si una ley estatal viola derechos fundamentales (como vimos con el matrimonio igualitario), el día a día de estos registros y normas lo gestiona cada estado.
Elecciones
Aunque votamos por cargos federales (como el Presidente), no hay una “elección nacional” centralizada. Lo que hay son 50 elecciones estatales distintas, cada una con sus propias reglas sobre el registro de votantes, los horarios de los centros de votación, el voto por correo y el diseño de las papeletas.
El Origen de la Desconfianza al Poder Central
Para entender por qué esta enmienda es tan crucial, tenemos que viajar a la época de los Fundadores. Después de luchar una guerra para liberarse de un rey lejano, muchos estadounidenses no querían un gobierno central demasiado fuerte.
Los antifederalistas pidieron una garantía escrita de que el nuevo gobierno no acapararía todo el poder. La Décima Enmienda, aprobada en 1791 como parte de la Carta de Derechos, fue precisamente esa promesa. Su objetivo era asegurar que el gobierno federal se mantuviera dentro de sus funciones específicas.
Una Batalla Constante: La Corte Suprema Interviene
Aun con la enmienda clara, la línea que divide el poder federal y el estatal se mueve constantemente. A lo largo del siglo XX, en particular durante el New Deal, la Corte Suprema permitió que el gobierno federal ampliara su autoridad usando la “Cláusula de Comercio”. Esta cláusula permite al Congreso regular el comercio entre estados, pero su interpretación se volvió tan amplia que le dio a Washington poder para regular desde los cultivos de trigo de una granja hasta las leyes contra la discriminación laboral.
En las últimas décadas, sin embargo, la Corte ha frenado algunas de estas expansiones, recordándole al Congreso que la soberanía de los estados es un principio constitucional, no una sugerencia.
Saber de la Décima Enmienda nos ayuda a saber a quién dirigirnos. Si no te gusta la política exterior, mira a Washington. Pero si te preocupan las escuelas de tus hijos, los baches en tu calle o las leyes de tránsito, la respuesta no está en la capital del país, sino en la legislatura de tu propio estado.