¿Qué es la difamación?
Tu reputación tiene un valor real, tanto personal como económico. En Estados Unidos, la ley protege esto a través de las normas sobre difamación. En pocas palabras, la difamación es una declaración falsa, presentada como un hecho, que daña la reputación de otra persona.
No es un delito penal en la mayoría de los estados (es decir, no irás a la cárcel por ello), sino un agravio civil (tort). Esto significa que la víctima puede demandar a quien la difamó en una corte civil para conseguir una compensación por los daños sufridos.
Para entender cómo funciona una demanda, primero hay que distinguir las dos formas de difamación:
Libelo y Calumnia
Aunque la gente usa los términos como si fueran lo mismo, la ley los separa según cómo se haga la difamación:
- Libelo (Libel): Es la difamación que deja un rastro permanente. Tradicionalmente se refería a lo impreso (periódicos, revistas), pero hoy incluye correos electrónicos, publicaciones en blogs, comentarios de Facebook, tuits y mensajes de texto. Si está escrito o grabado, es libelo.
- Calumnia (Slander): Se refiere a la difamación verbal o gestual. Son palabras que se las lleva el viento, dichas en una conversación, un discurso o una reunión, y que no quedan registradas.
Lo que necesitas probar en una demanda de difamación
No es sencillo ganar un caso de difamación en EE. UU. La persona que demanda debe demostrarle a la corte cuatro cosas fundamentales:
- Falsedad: La declaración debe ser objetivamente falsa. Si alguien dice algo desagradable sobre ti, pero es cierto, no hay difamación.
- Publicación: Esto no significa que salió en un periódico importante. “Publicación”, legalmente, ocurre cuando la declaración se comunica a una tercera persona (alguien que no es ni el difamador ni la víctima).
- Culpa: Debes probar que la persona que hizo la declaración actuó, al menos, con negligencia. Es decir, no verificó si la información era cierta antes de compartirla.
- Daño: Tienes que demostrar que tu reputación sufrió un daño real. Esto suele traducirse en pérdidas económicas (como perder tu empleo o clientes), aunque en ciertos casos graves el daño se asume automáticamente.
Defensas comunes: La verdad y la opinión
Si te acusan de difamación, tu mejor defensa es la verdad. Nadie puede ser castigado por decir algo que es cierto, aunque le duela o avergüence a otra persona.
Otra defensa importante es la opinión. La ley de EE. UU. protege las opiniones bajo la Primera Enmienda. Hay una gran diferencia entre decir “Creo que este contratista hizo un trabajo pésimo” (opinión) y decir “Este contratista robó dinero de la caja” (declaración de hecho). Solo las declaraciones de hecho pueden ser difamatorias.
Redes sociales: La difamación en línea
Internet ha multiplicado las demandas por libelo. Muchos usuarios creen erróneamente que las redes sociales son zonas libres de consecuencias legales.
Publicar una reseña falsa en Yelp para dañar a un competidor, o difundir rumores sobre un ex en Twitter, se considera libelo. Borrar la publicación después no quita la responsabilidad legal si el daño ya se hizo. Incluso compartir (con un “retweet” o “share”) información falsa de terceros puede, en algunos casos, acarrear problemas legales.
¿Qué pasa con las figuras públicas?
La ley trata de manera diferente a las celebridades, políticos y funcionarios públicos. En el caso histórico New York Times Co. v. Sullivan, la Corte Suprema estableció un estándar más alto para ellos.
Si eres una figura pública, no basta con probar que la información era falsa y dañina. Debes probar “malicia real” (actual malice). Esto significa demostrar que el difamador sabía que la información era mentira o actuó con un desprecio total y temerario por la verdad. Este estándar más estricto busca proteger el debate libre y abierto sobre asuntos públicos, evitando que se presenten demandas constantes.
Las leyes de difamación intentan balancear dos cosas: proteger tu reputación y garantizar la libertad de expresión. Si piensas que alguien te ha difamado o, por el contrario, te acusan a ti, recopila todas las pruebas y habla con un abogado experto en derecho civil en tu estado. Los plazos para demandar (conocidos como “estatutos de limitaciones”) son a menudo cortos, a veces de solo un año.